jueves, 26 de febrero de 2015

COSAS NUESTRAS: LAS MARZAS



La palabra de las Marzas proviene del latín Kalendae Martiae y tiene una tradición de siglos, probablemente incluso anterior a la llegada de los romanos a la península. Se celebra la próxima llegada de la primavera en marzo. 

La tradición dice que al anochecer los mozos solteros recorrían una por una todas las casas de los vecinos, en especial donde había mozas casaderas, pidiendo el aguinaldo a cambio de los cantos que entonaban. Lo primero que hacían era pedir permiso, comunicándolo oralmente al alcalde, al cura y al maestro del lugar. Una vez obtenido, los marzantes encabezados por el mozo soltero más viejo, el farolero y el bolsero, abrían la ronda a base de grandes voces que alertaban a los vecinos para que no se fueran a la cama antes de tiempo. Al llegar a una casa, cuando el dueño abría la puerta, se preguntaba: "¿cantamos, rezamos o nos vamos?" por si en la casa había un enfermo grave o luto reciente. A cambio de sus cantos, los marzantes recibían el “dao” o limosna, donativo en especies (bebida, chorizo, manteca, tocino, morcillas, lomo, cecina, pan, castañas, nueces, huevos, patatas...) o en metálico que la familia de la casa daba a los mozos. Si los dueños habían sido generosos, se les daba el "buen dao" a base de vivas al vecino donante. Sin embargo, los más tacaños recibían las marzas "rutonas", dándoles una cencerrada con los campanos que llevaban. 


Otra fase de las marzas consistía en el recuento que hacía el mozo viejo y el bolsero, en presencia de la totalidad de la cuadrilla de mozos, del dinero y de los distintos productos alimenticios, con los cuales iban a preparar la comida de las marzas o "parranda, sobremarzas". En algunas zonas, una parte del dinero (los seis cuartos) se reservaba para la compra de las velas del Santísimo, que eran llevadas por los mozos, previamente sorteados entre los de la cuadrilla de marzantes, en la procesión del jueves de Semana Santa en honor al Santísimo. 

La última fase de las marzas eran las sobremarzas” o comida festiva que se solía celebrar el domingo siguiente al día en que se pedían. A la comida estaban invitados los niños del pueblo y las mozas; o más exactamente, aquellas mozas en cuyas casas se había “cumplido" con los marzantes. En algunos pueblos acudían como invitados, el alcalde, el maestro, el cura, y los mozos que se hayan casado desde las últimas marzas en adelante; en ciertos pueblos, también asistía "un matrimonio de respeto”. Para la ocasión se solían encargar, dependiendo del número de asistentes, uno o varios corderos. 
Finalizada la comida, el mozo viejo depositario del dinero, hacía un último recuento público del mismo, rindiendo cuentas, colocándolo encima de la mesa. Se calculaban los gastos habidos y una vez separada la limosna para la iglesia, se establecía la diferencia entre lo recaudado y lo gastado. Si existía déficit, se completaba mediante la aportación igualitaria de los marceros, y si sobraba, pasaba a engrosar las arcas de la Sociedad de Mozos, para su empleo en otras ocasiones. 
A continuación se organizaba el baile en un sitio adecuado para ello (portal grande, colgadizo o corralada), que solía amenizarse con panderetas y otros instrumentos improvisados como cacharros de cocina. 


El Consejo de Gobierno  de la Comunidad Autónoma de Cantabria acordó, en su reunión del pasado 29 de enero de 2.015, declarar Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial a las Marzas.



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